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Los coches están diseñados, principalmente, para circular, para moverse, para arrancar y sumar kilómetros. Por eso, cuando un vehículo ha de guardarse durante un largo periodo de tiempo sin ninguna actividad, es conveniente prepararlo y dedicarle un tiempo para que ninguno de sus componentes sufra en exceso durante el letargo.

Si vamos a dejar un coche parado en un garaje, es recomendable inflar en exceso las ruedas. Con ello, conseguiremos un extra de presión que mantendrá la forma de los neumáticos. Si no lo hacemos, podríamos incluso deformar las cubiertas, haciendo imposible rodar con ellas cuando nuestro vehículo se pusiera de nuevo en circulación.

Si disponemos de un garaje cerrado y sabemos que nuestro vehículo va a estar mucho tiempo parado, es conveniente, incluso, desmontar los neumáticos y subir el vehículo a unas borriquetas, liberando así también de presión y de trabajo a todos los componentes de la suspensión. Este acto hará que el desgaste de estos elementos sea muy limitado.

Mantener la batería en buen estado es también fundamental. Con la inactividad, la batería terminará por consumirse, por lo que es conveniente desconectar la batería cuando nuestro vehículo vaya a estar más de un mes parado. Con ello, mantendremos la salud de todos los sistemas eléctricos del coche, garantizándonos un buen arranque cuando sea necesario.

A la hora de arrancar el motor tras un largo periodo de letargo, es conveniente dejarlo girar durante unos cuantos minutos, garantizándonos de que todos los elementos mecánicos funcionan correctamente.

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